miércoles, 4 de noviembre de 2009

no pude más que dejar caer aquel trozo de papel exhausto. no pude más que hendir mis ojos en mí misma...y poco a poco, fue surgiendo el asombro.
me ví mirándome, envuelta en lágrimas, al saber que no podía mirar más allá...se habían acabado, al menos por un tiempo, el cazar gestos, el violar con la mirada, ya no podía poseer instantes fotográficos en mi memoria, tenía un déficit impagable de miradas.
no negué la gran oportunidad que me brindaba este hecho, tal vez así, podría llegar a conocerme en persona.
llevo seis días, con su luces y sus noches, en las que no puedo, no debo, no me dejan más que mirarme a mí, o al envoltorio que me conforma. y rondan mis ojos por mi cuerpo cual caracol, parándose en cada giro, en cada pliegue, cada cambio de matiz, volúmenes...
este es el sexto día, aquel que marca el principio de lo empezado...a caso a nadie le ocurre que, al recordar un rostro de alguien conocido, alguien familiar, y al tiempo tenerlo delante comprueba que no corresponden esas dos imágenes...y se asusta al recorrer con la mirada, al escanear, no veo lo que recuerdo, o...¿tal vez no era esto lo que vi? así me veo hoy...

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