creemos el silencio
por invitarnos a no depertar ni una sonrisa mutua.
creemos el silencio
para odiar los recuerdos, de piel impermeable.
creemos el silencio
en habitaciones continuas
donde podamos escuchar la respiración ajena
sin poder tapar los ojos del otro
sin poder salivar su cuerpo
creemos el silencio
porque no nos queda nada más
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