domingo, 13 de septiembre de 2009

el cigarro ya se había consumido, cuando el olor a filtro quemado llegó a su nariz. era el quinto del día, cinco veces ya, su mano nerviosa había dejado morir las dosis de nicotina sin a penas llevárselas a la boca.
a su otra mano había llegado un pedacito de papel. no podría decir de dónde lo había sacado y sería inútil intentar averiguarlo ya que, debido al movimiento de sus dedos le había dado una forma cilíndrica casi perfecta en la que una mezcla de sudor y de tinta impregnaba el papel y la yema de sus dedos.
absorvió el último trago del café que tenía delante, un poso oscuro y frío capaz de dejar un permanente sbaor amargo en la boca.
sí, ese era el sabor de aquel momento, sabor de poso de café, con ese color y esa textura.
arrojó la prolongación de papel enrollado sobre la mesa, junto a unos granitos de azúcar y mentalmente fotografió aquella escena, bañada por la luz tenue que conseguía taravesar los cristales sucios del local.
cogió su maleta fuertemente, para evitar que se le resvalara por el sudor y sin pensarlo se dirigió al andén.
en un momento se vió rodeado de centenares de parejas que haciendo alarde de su amor, competían por saber quien sentía más la marcha de su pareja...
se reconfortó al pensar que estaba por encima de todo aquello, él , que había prohíbido a todos el que fueran a despedirle...pero, para qué se iba a engañar, no conocía a ninguna persona, no había nadie que de quien despedirse.

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