martes, 21 de mayo de 2013

el pasillo era estrecho, el espacio justo para que un paso claro no rozara los muros, intuyendo la recta, en la penumbra profunda de la garganta. La luz salpicaba, suavemente, algunas zonas, penetrando por los agujeros de las termitas, dibujando constelaciones de luz en algunas zonas.
un baile psicodélico el de la pupila, del  negro al blanco luz  en milésimas de segundo.
y el corazón de madera caminaba a paso lento, arrastrándose entre la tierra, ramas y hojas de aquel entresuelo.
tal vez el temor le nacía de sentirse en reino de termitas, o de caminar a tientas en la oscuridad sabiéndose tan corazón, tan de madera, orgánico.
Madera.
corazón de paso lento, marca pasos del libro.

Y yo, con los ojos tan cerrados, unidos los párpados en un abrazo que duele miraba mi corazón ciego de oscuridad y luz caminado a tientas, con paso lento, pero caminando al fin y al cabo.

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