miércoles, 30 de noviembre de 2011


leo, leo a ciegas, a oscuras
leo los párpados de las ya cerradas personas.
las hojas tejen sus últimos deseos al caer.
Y yo, sólo puedo leer el eco que dejan.
Leo el vaho del cristal en la ducha...
y me gusta buscarme en el fondo del otro lado.
Por ver aquello que a veces siento,
tan palpable que me late en mi y en reflejo.
Leo las palabras que escuché, tantas bocas pronunciadas.
Leo los vacíos, los huecos, las ausencias...
me leo entre líneas, me leo al revés...

tú, crees haberme leído,
sin saber que nunca dejaré de escribirme.

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