viernes, 29 de enero de 2010

soñé un dulce paseo:
Sola era mi compañía, rozada con una bici de paseo.
El camino era de pedras de río. Redondas y achatadas. Piedras blancas como perlas desgastadas. La luz, se entramaba entre las inexistentes ramas volcándose en el suelo, puzzle de luz y sombra, nácar y azul cobalto.
A lo lejos, vi un pájaro, una especie de cigüeña gaviota y eso me hizo recordar que yo andaba buscando el mar. Subí sin dudar ni un momento de la dirección, pedalee fuerte con el simpático ajetreo de las ruedas y las piedras...y allá llegué, sabiendo que me esperaban.
Las olas estallaban contra la piedra, esta negra, y allá la gente se aferraba por no ser arrastrada.
Llegué y sentí que había llegado.
Esto fue lo mejor, ya que nunca despierta he sentido llegar a ningún lugar.

No hay comentarios: