Y en el desencuentro rozo el susurro ligero de tus pestañas meciéndose en la calma de este aparatoso invento de quererse a espaldas del otro.
las lenguas muertas viven más que otras que de hablar secan la saliva.
y es latente el miedo en la vértebra primera y séptima que definen mi cuello.
origami de sábanas y hablando dormida...